Franck González cataloga al artista grancanario como un «hijo» de la «Era del Entusiasmo» de comienzos de los años 80 del siglo XX.
El universo de Jerónimo Maldonado (Las Palmas de Gran Canaria, 1963) siempre ha sido muy particular. Para algunos, casi una burbuja dentro de la creación artística del archipiélago canario desde la década de los ochenta del pasado siglo. Ahora, hasta el próximo 9 de mayo, se podrán descubrir una buena parte de las claves de su obra gracias a la retrospectiva Fraternidad con el vacío. Jerónimo Maldonado, en la sala de exposiciones del Instituto de Canarias Cabrera Pinto, en La Laguna.
Según explica el historiador y crítico de arte Franck González en un texto de presentación de la exposición, Maldonado, que se formó en la Escuela Luján Pérez, y que fue amigo y deudo de Felo Monzón, Lola Massieu y Rudolf Ackermann, «forma parte de la generación de artistas surgida al calor de los Talleres de Arte Actual celebrados en la Sala San Antonio Abad de Las Palmas de Gran Canaria entre 1985 y 1987 y del impacto que propuestas como la exposición Límites de Expresión Plástica o revistas como Hartísimo supusieron en la renovación del arte en Canarias a mediados de los años ochenta».
González explica que esta retrospectiva, producida por el Gobierno de Canarias, «se inicia con lienzos de su primera exposición individual, Cercados del Silencio, abierta en esta misma ciudad de La Laguna hace ahora veinte años, en los que aún está presente la huella de los Nuevos Salvajes». Añade que «a comienzos de la década de los noventa la pintura de Maldonado experimenta un giro considerable –avanzado ya por lienzos como Lunático, de 1992– para adentrarse en un mundo poblado de chiquillos jugando, por madres y parejas con niños pequeños y de juguetes imposibles, como podemos ver en obras como Reciclador de 1992». Insiste Franck González en que «El jardín perdido, una de sus imágenes recurrentes a lo largo de toda su trayectoria, se llena de animales y seres mágicos que acusan la huella del pintor surrealista tinerfeño Óscar Domínguez, a quien le dedica su Homenaje a Óscar Domínguez, de 1997».
La figura de la mujer
El crítico e historiador Franck González destaca que con la llegada del nuevo milenio la figura de la mujer, tanto como imagen de la pintura como de ser maltratada, pasa a convertirse en uno de los vértices de su creación artística.
Pese a ello, González destaca que su último trabajo, que presentó en la individual La Casa del Sol está en África, celebrada en 2008, «apunta un nuevo camino en el que recupera parte de aquella tradición arquitectónica que le acompañó en sus primeros años, al tiempo que su reflexión sobre el surrealismo –Juan Ismael, Óscar Domínguez– y sobre el neoexpresionismo de los Nuevos Salvajes le lleva a un nuevo escenario muy próximo a las serenas visiones de Rothko». Para este estudioso de la obra de Jerónimo Maldonado, obras como La Democracia o Juegos Horizontales, ambas de 2009, «hablan de un Maldonado que comienza a transitar por una senda, la de la serenidad, que sólo puede emprenderse desde la madurez de estos veinte años de fraternidad con el vacío».
El catálogo
La exposición, que incluye un total de 27 piezas, se acompaña de un catálogo que incluye textos del propio Franck González y de Sergio Domínguez-Jaén. No se trata de una mera coincidencia, ya que ambos siguen la carrera artística de Maldonado desde sus inicios y en 1993 publicaron juntos el libro Riden viaje en esta infancia (Heca Editorial, Colección Imago Euclidea núm. 1, Las Palmas de Gran Canaria).
En su texto del catálogo, titulado Un hijo del entusiasmo, Franck González analiza con detalle la escena en la que en a comienzos de la década de los 80 Maldonado comienza su andadura artística.
Un camino determinado por el surrealismo nacional e internacional, incluido Juan Ismael, según reconoce el propio creador grancanario. Para González, Jerónimo Maldonado es uno de los más brillantes «hijos» de la denominada «Era del entusiasmo», que en Las Palmas de Gran Canaria estuvo marcada por la apertura del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), el Centro de Arte La Regenta y el Centro Insular de Cultura (CIC) y los Talleres de Arte Actual que puso en marcha Hilda Mauricio.
La familia (1993). Óleo sobre lienzo. A la derecha, de forma descendente, La democracia (2009). Mixta sobre lienzo; y Claustro (1988), mixta sobre lienzo.
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