El título de su última exposición lo delata: "Dejando luz en el agua." También otro, igualmente reciente, de tantas exposiciones anteriores: "La tierra de los sueños." Así es Jero, Jero Luz, Jero Sueños, Jero Tierra y Agua, este artista plástico que saca el alma al vacío y la convierte en obra de arte. Para ello se vale de todo lo que encuentre a mano: lápiz, rotulador, tinta, acrílico, óleo? y de su hogar: la soledad. Esta es su verdadera casa, ahí donde cierra los ojos y comienza a viajar. Puede estar situada en su vivienda o taller, en una cafetería o en la guagua. Siempre se le ve con su lápiz y sus cuadernos a cuestas, dispuesto a dejar sus trazos en la hoja en blanco.
Jero Maldonado pinta en miniatura y en lienzos de gran tamaño y sus obras son tanto de colores vivos como sólo negro sobre blanco. En cualquier caso, su estilo es singular y reconocible, también en cerámica. No se parece a ninguno. Sus cuadros exhalan inocencia y hondura y en ellos parece cumplirse la sentencia de Paul Valéry: "La piel es lo más profundo."
Jero experimenta con la luz y las sombras. Su universo es lo onírico, la penumbra, el claroscuro. Da lo mismo si son formas más vagas o más luminosas, nunca son aún tinieblas. Si tuviera que definir en breves palabras su obra, diría: El elogio de la sombra. En su caso, es la sombra como doble de otra. Sus sombras son asimétricas y de diferentes colores o borrosas. Se desdoblan, se duplican hacia los lados y a ras del suelo. Danzan, se abrazan, se distancian, se funden.
Contemplar las obras de Jero es dejarse llevar por caminos que fueron ecos y pasos, penetrar un trasfondo tan profundo como cercano. También es descubrir los velados reflejos del vacío, inquietantes, sí, pero de dolor manso
Publicado en la provincia el 24 /10 /2010
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